Esta entrada pretende ser una introducción al uso de mal- ante sustantivos femeninos.

Es habitual encontrar en español mal- antepuesto a verbos (p. ej.: maltratar), a adjetivos con forma participial (maltratado/a) y a sustantivos masculinos (maltrato). Sin embargo, no son ni mucho menos —o, mejor dicho, no solían ser— tan comunes los compuestos formados a partir de sustantivos femeninos; así, por ejemplo: no se dice maleducación, malreputación, malcirculación, sino mala educación, mala reputación y mala circulación. Estos sustantivos se solían formar con el adjetivo mala (p. ej.: mala función), con un prefijo negativo como dis- (disfunción) o con una expresión preposicional (trastorno en el funcionamiento).

Tomemos, por ejemplo, malquerencia (de mala y querencia según el DLE), presente en los diccionarios académicos desde el Diccionario de autoridades. Proviene del latín (malevolentia) y creo que es muy posible que se cambiara la mención de esta etimología en los Diccionarios debido a la pérdida del sentido de odio. Además, también se podría considerar que querencia viene de querer: de querer obtenemos malquerer y, entonces, malquerencia.

Especialmente en medicina hoy son de uso habitual muchos sustantivos femeninos formados con mal (malnutrición, malabsorción, malfunción, malpraxis, etc.). Algunos de ellos se emplean ya normalmente en el lenguaje del día a día (p. ej.: malformación) y van apareciendo poco a poco en los principales diccionarios. Malnutrición entró a formar parte del Diccionario este siglo, mientras que malformación ya se había hecho un hueco en el siglo pasado. Es obvia la influencia del inglés en la formación de estos términos: malformation, malnutrition, malabsorption, malfunction, malpraxis (medical malpractice; malpractice + mala praxis).

El DLE recoge algunos de los sustantivos anteriormente citados; entre ellos, el nada habitual para mí malabsorción, introducido en esta última edición del Diccionario. Ni malfunción ni malpraxis se han incorporado aún, pero, visto lo visto, pueden aparecer luciendo sus mejores galas en el próximo Diccionario de la lengua española. Malinterpretación es otro sustantivo, este de carácter general, que se ha añadido a la Edición del Tricentenario y que yo tampoco empleo. ¿Cuáles incluir y cuáles no? La respuesta la encontramos en el mismo prólogo del DLE: en general, los términos más usados aparecen en el Diccionario, pero el hecho de que uno no esté incluido no indica que se tenga que considerar incorrecto o inaceptable.

La NGLE trata los compuestos adjetivales y verbales formados con mal en sus apartados 11.9f-h, sin embargo, no aborda directamente esta clase de compuestos. Aunque algunos gramáticos interpretan estas voces como prefijadas, las Academias las consideran compuestas (11.9h). Lo cierto es que mal- no es un prefijo muy productivo en español.

Agradecería cualquier matización o añadidura a lo dicho, así como cualquier comentario sobre este tema.