Podemos datar el origen de «sanseacabó» en el siglo XIX (habitualmente en la forma «san se acabó»).

… los trae a ustedes embaucados hablándoles de la otra vida. Eso de que haya otro mundo es pampirolada; pues los hombres no pasamos de ser como los relojes, que rota la cuerda, ¡crac!, san se acabó.

Cita tomada del CDH. 1872 PALMA, RICARDO, Tradiciones peruanas, primera serie [Perú] [Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, Universidad de Alicante, 2003].

Esta expresión se emplea para poner punto final a un asunto o cortar con una conversación o discusión. Va habitualmente precedida de «y»: Llegas antes de las diez porque lo digo yo, y sanseacabó.

Hay algunas teorías sobre su origen. La más evidente se refiere a la creación de un santo imaginario: san se acabó. Otra habla de que «sanseacabó» pudo formarse a partir de la locución de origen eclesiástico «santiamén» o tener alguna relación con ella. Y una tercera dice que empezó siendo un ¡San! … se acabó; «san», sonido como decir «tan, tan». Esta última teoría la defiende Arturo Ortega Morán (escritor mexicano, investigador en temas lingüísticos y columnista en el diario El Horizonte).

Voy a centrar mis comentarios en la segunda de las teorías citadas, ya que me parece interesante. El origen de «santiamén» sí está bastante más claro: las oraciones cristianas rezadas en latín solían terminar con In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen (En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amen). Esta frase coincidía normalmente con el santiguamiento y la finalización del rezo, así que la rapidez con que se decían esas dos últimas palabras (sancti amen) hacía que sonaran como «santiamén» (en un instante, muy rápidamente). De ahí pudo derivar «sanseacabó»: san + se acabó (amén, se acabó el rezo).

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