Buenas tardes, queridos amigos:
Vengo directamente del enlace que proporcionó Blasita hace unos días en la entrada de «Meditar o no pensar en nada». Es un artículo de la «Wikipedia» sobre el significado de la palabra «enantiosemia».
https://www.wikilengua.org/index.php/Enantiosemia
Allí me he encontrado, el penúltimo ejemplo de la lista de autoantónimos, con algo que me ha traído recuerdos muy lejanos, nada menos que de cuando mis hijos eran criaturitas inocentes e íbamos a casa de los abuelos paternos, en Puente Genil (Córdoba), a pasar unos días en compañía de la familia.
No hace falta decir que todos allí eran de origen andaluz, autóctonos, y que llevaban viviendo en el mismo pueblo por generaciones.
Me sorprendió entonces que —las mujeres sobre todo—, cada vez que tomaban en brazos o tenían cerca a los chiquillos, exclamaran «¡Ay, qué pena!». Yo ya las conocía y sabía que, por naturaleza, ninguna era la alegría de la huerta, pero me parecía que llevarlo a aquellos extremos era exagerado.
Mi respuesta, más bien protesta, fue inmediata. ¡¿Cómo podían sentir pena en lugar de alegría ante la presencia de dos maravillas como eran mis niños?¡ (Bueno, no creáis que estoy presumiendo, lo digo solo para darle vida a la escenificación, je, je). Pero me aclararon que lo que sentían no era pena, sino alegría. Pues ¡vaya ganas!, pensé, pero me tranquilizó un poco…
En la citada página de la «Wiki» aparece «¡Qué pena!», como usada en Alcázar de San Juan (Ciudad Real, España) con el sentido de «¡Qué alegría!». Entre estos dos pueblos hay más de trescientos kilómetros, lo que me lleva a preguntarme cuál será la extensión real de este uso de «qué pena».
Por otro lado, estoy pensando en la intencionalidad de la enantiosemia. Leí hace tiempo en un libro de Pearl S. Buck, no recuerdo cuál, que en China tenían la creencia de que había que engañar a los dioses frente a un bebé hermoso. Había que decir que este era feo en extremo, horrible, incluso esconderlo bajo los ropajes para que los malvados dioses no sintieran envidia y quisieran hacerle algún daño.
¿Creéis que una superstición parecida podría ser el origen del sentido contrario que se le da a «Qué pena» en algunos sitios?
Parece que los dioses son por todos lados algo envidiosos… Este es un fragmento de la serie inglesa «Downton Abbey»: «In the old days, when the crop was good, the farmers used to shout «Bad harvest!» so the gods wouldn’t grow jealous of their luck and destroy them».
Esto es todo de momento.
Un abrazo muy fuerte.
Hola Madri,
¡Qué tema tan interesante!
Dos pequeños comentarios:
En inglés también hay «autoantónimos» como «fast» (significa rápido y fijo), «dust» (tanto polvo como desempolvar) y el verbo «to sanction» (significa tanto aprobar como castigar).
Y, entre los actores del teatro, una expresion comun que significa buena suerte es «break a leg» (que tú rompes la pierna).
En Viet Nam, es muy común, especialmente en el campo, ya sea: no darle ningún nombre a un niño recién nacido, o un nombre muy malo, como una palabrota, o «perro», «calamar», «cosa». De esa manera, los demonios y los malos espíritus no se llevarán al niño. (Porque el niño no se puede ver o es un objeto horrible.)
Abrazos.
Gracias, Steve, por tu comentario.
Lo de Vietnam no me sorprende por la cercanía relativa con China. Es posible que haya muchas conexiones populares (ajenas a la política) desde antiguo y que compartan tradiciones o supersticiones.
En España, a los actores de teatro se les desea buena suerte con una expresión gremial y muy poco refinada: ¡¡¡Mucha mierda!!!
Sorprende si no se conoce su origen, pero tiene su explicación bastante lógica.
La expresión parece tener su origen en los siglos XVI y XVII, cuando las personas de la alta sociedad acudían al teatro en su coche de caballos.
Como es natural, estos caballos no se andaban con remilgos a la hora de hacer sus necesidades, así que los teatros más concurridos acumulaban ante sus puertas considerables cantidades de boñigas.
Y como la recaudación de la función dependía del dinero que los espectadores quisieran lanzar a los actores tras la función, una buena cantidad de bostas indicaba que había asistido mucha gente al teatro y eso garantizaba unos generosos ingresos.
Ahora ya no se va al teatro en coche de caballos, pero la costumbre de desear buena suerte con ¡¡¡Mucha mierda!!! se mantiene.
Un saludo.
Buenas tardes, Madri, Steve y todos:
No he contestado yo antes, ya que no tengo mucho que decir sobre el asunto. Unos datos y un tema interesantes, Madri, gracias.
Sí, creo que este sentido contrario de «pena» se pudo originar por una superstición, probablemente en el entorno rural.
Un abrazo.