Tengo que reconocer que no supe exactamente a lo que se referían cuando me contaron que habían abierto una nueva tienda de perfumes alternativos en el barrio.

Lo primero en lo que pensé fue en la medicina o el cine alternativos, pero, en el caso de los perfumes, más que emplearse como oposición a lo tradicional o establecido, el uso de «alternativo» parece estar en consonancia con la segunda acepción del DRAE (2. adj. Capaz de alternar con función igual o semejante.). Luego serían perfumes que alternan con sus hermanos mayores y obtienen resultados iguales o parecidos.

A esa segunda acepción de «alternativo» que aparece en la 22.ª edición del DRAE en línea le seccionaron el ejemplo —«energías alternativas»— en la enmienda propuesta para la edición 23.ª del Diccionario. Añado «propuesta» porque, gracias a la respuesta de la Academia respecto a la enmienda de suite, sabemos que los artículos que aparecen, a día de hoy, como enmendados en el DRAE en línea no tienen que figurar necesariamente en la nueva edición. Me pregunto cuál fue la razón para esta propuesta de enmienda. Quizá algunos pensaran que la energía eólica no es capaz de alternar con función igual o parecida con la nuclear, por ejemplo.

«Perfumes alternativos» parece ser, entonces, una alternativa —fina— para hablar de perfumes de imitación: malas, menos malas, iguales, buenas o muy buenas imitaciones. Claman ser extraordinarios y que solo tu bolsillo notará la diferencia. Hablando en plata, perfumes que podrían venderse en un mercadillo o en un «chino» y que dan el pego.