Es muy increíble que el uso de muy con adjetivos elativos sea muy estupendo.

Cito …

del apartado 13.3f de la Nueva gramática de la lengua española:

Menos frecuente, pero no imposible, es que los adjetivos elativos admitan adverbios de grado:

Tengo que decirle que su hijo es muy tremendo (Darío Gil, Dama); Tocaba unos danzones muy preciosos (Barnet, Gallego); […] esas fotos borrosas de muebles, por cierto bastante espantosos (Puértolas, Noche); Esta suerte se hace muy poco, bien es verdad que es muy insignificante (Tapia Bolívar, Historia); […] algo que desconcierta, señores, algo muy raro, muy maravilloso (Álvarez, Catedral); Percibió un olor a comida criolla muy delicioso (Cotto-Thorner, Trópico).

Una rápida puesta en situación

Los adjetivos elativos son también llamados superlativos (absolutos o léxicos) en la gramática tradicional. Los elativos léxicos o adjetivos de grado extremo son los que expresan el grado extremo de alguna propiedad por su naturaleza léxica: horroroso, tremendo, fundamental, insignificante, tórrido, helado, brutal, enorme, descomunal, fabuloso, encantador, excelente … Suelen rechazar los adverbios de grado como muy: ¿por qué? Porque, por ejemplo, en Es una niña preciosa, preciosa equivale a ‘muy bonita’, ‘muy guapa’, y muy preciosa sería una redundancia.

Y dos consideraciones

Hay que tener en cuenta que algunos adjetivos de este tipo pueden tener sentidos que son compatibles con adverbios de grado como muy y otros que no. Por ejemplo, Invitó también a todos mis acompañantes; es muy espléndido (‘generoso’). El servicio en este restaurante es espléndido (‘maravilloso’, ‘magnífico’).

Muchos de estos adjetivos, que poseen cualidades no graduables, sí aceptan adverbios tales como absolutamente, totalmente, enteramente, que tienen sentido enfático en lugar de gradativo. Absolutamente increíble, totalmente brutal.

A mí me parece que …

… en estos casos la cuantificación de grado intensifica una cualidad que ya se presenta en su intensidad máxima, con lo que únicamente con el adjetivo de grado extremo ya hemos llegado a la cima. Sin embargo, cuando creemos que ya no hay más montaña que escalar, nos encontramos con un tramo adicional que bastantes hablantes están encantados de subir. A algunos ya no les es suficiente asegurar que alguien o algo es perfecto y, así, parece que la perfección sola ya no es perfecta y necesita de un muy para serlo. Queda corto o soso decir que algo está delicioso, y si simplemente decimos a nuestros anfitriones que un plato que nos han preparado está delicioso, puede parecer que no mostramos el debido reconocimiento. Lo impresionante, alucinante, terrible o similar no es suficientemente extremo y nos sabe a poco. Más, más, nada es suficiente y queremos mucho más; digo … muy mucho más.

… es muy tremendo que este tipo de construcciones esté corriendo como un reguero de pólvora entre los distintos medios de comunicación españoles, con la consiguiente repercusión en el habla coloquial habitual. Naturalmente que el lenguaje evoluciona y va adaptándose a los hablantes: siempre ha sido así y estaría bueno que yo abogara por lo contrario cuando soy una convencida defensora de la evolución de los idiomas y de sus variedades. No se crean que este uso me parece una aberración o que me vaya a lanzar en una cruzada para erradicarlo. Lo que ocurre es que el uso excesivo y continuo de estas expresiones me resulta muy cansino. Dicen que todo se pega menos la hermosura, pero aún no me he hecho del clan del muy. ¿Ustedes sí?

Como siempre, cualquier añadido, corrección o comentario general sobre este tema es bienvenido y agradecido.