La expresión con la que vengo hoy es ya antigua. Me la he encontrado en la segunda parte del Quijote en repetidas ocasiones y siempre en boca de Sancho, lo que me hace pensar que podría ser un localismo de aquella época,   de la lengua coloquial o rústica, de la zona por donde transcurre  al principio la historia de nuestro caballero andante, pero se trata de un giro para el que no he logrado encontrar un equivalente en el español actual:

NO, SINO + SUBJUNTIVO, siempre entre signos de exclamación.

En la primera parte hay un “¡No, sino dormíos…!” que interpretan así en las notas aclaratorias de la versión del CVC: «‘ya me sabré espabilar’, ‘no me he de dormir’; la negación es potenciadora”».
He intentado reproducir ese sentido en las demás ocasiones, pero confieso que sin éxito alguno.

Capítulo V.
«—¿No te parece, animalia —prosiguió Sancho—, que será bien dar con mi cuerpo en algún gobierno provechoso que nos saque el pie del lodo? Y cásese a Mari Sancha con quien yo quisiere, y verás como te llaman a ti «doña Teresa Panza» y te sientas en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y arambeles, a pesar y despecho de las hidalgas del pueblo. ¡No, sino estaos siempre en un ser, sin crecer ni menguar, como figura de paramento! Y en esto no hablemos más, que Sanchica ha de ser condesa, aunque tú más me digas».

Capítulo X.
«—No os fiéis en eso, Sancho, porque la gente manchega es tan colérica como honrada y no consiente cosquillas de nadie. Vive Dios que si os huele, que os mando mala ventura. — ¡Oxte, puto! ¡Allá darás, rayo! ¡No, sino ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ajeno! Y más, que así será buscar a Dulcinea por el Toboso como a Marica por Ravena o al bachiller en Salamanca. ¡El diablo, el diablo me ha metido a mí en esto, que otro no!».

Capítulo XXI
«No medre yo si no son anillos de oro, y muy de oro, y empedrados con pelras blancas como una cuajada , que cada una debe de valer un ojo de la cara. ¡Oh, hideputa, y qué cabellos, que, si no son postizos, no los he visto más luengos ni más rubios en toda mi vida! ¡No, sino ponedla tacha en el brío y en el talle, y no la comparéis a una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles, que lo mesmo parecen los dijes que trae pendientes de los cabellos y de la garganta! Juro en mi ánima que ella es una chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes».

Capítulo XXXII
«—Eso juro yo bien —dijo Sancho—: cuchillada le hubieran dado, que le abrieran de arriba abajo como una granada o como a un melón muy maduro. ¡Bonitos eran ellos para sufrir semejantes cosquillas! Para mi santiguada que tengo por cierto que si Reinaldos de Montalbán hubiera oído estas razones al hombrecito, tapaboca le hubiera dado, que no hablara más en tres años. ¡No, sino tomárase con ellos, y viera cómo escapaba de sus manos!».

 

«Cogióle la razón de la boca Sancho, y prosiguió diciendo:

¡No, sino lléguense a hacer burla del mostrenco, que así lo sufriré como ahora es de noche! Traigan aquí un peine, o lo que quisieren, y almohácenme estas barbas; y si sacaren dellas cosa que ofenda a la limpieza, que me trasquilen a cruces».

Aún podría poner más ejemplos, que los hay, pero creo que sería abusar de este espacio y de vosotros.

Solo os pido una lectura y que me hagáis saber qué diríais en cada ocasión en lugar de ese “¡No, sino + subjuntivo!” que me trae de cabeza.

Tomáoslo como otro juego más, porque realmente no es más que eso. No va a ir a ningún sitio, solo al baúl donde guardo las cosas que tendré que agradecer toda mi vida.