Hola, amigos:
A los que seáis aficionados al ajedrez (sobre todo a los finales de partidas, como me ocurre a mí) os propongo estos dos problemillas de mi invención, a fin de que si tenéis ganas de pensar en otra cosa para variar, echéis un rato en su resolución y me la comuniquéis sin tardanza para que yo os dé ese magnífico premio que siempre es una buena enhorabuena. 🙂
Ni que decir tiene que vosotros podríais hacer lo mismo, o sea, plantear problemas de vuestra cosecha o sacados de alguna publicación, indicando la fuente. (Se le irían poniendo números correlativos, claro).
Pero sí os aconsejo que el desenlace no precise más de dos movimientos ya que, a partir de tres, la cuestión se complicaría mucho por la cantidad de hipótesis que conllevaría, y no sería apropiado plantearlas y discutirlas en este medio. Ánimo y al jaque.
Un abrazo.
La leche. Me ha mentado usted a mi Betis y me obliga a sacar a la Gran Berta.
Pero hoy no. Mañaaaaaaaana.
Mientras Milord se piensa si desenvaina o no, os propongo una cosa:
¿Os parecería bien que nombráramos a nuestro querido y recién llegado Namarne el Sherlock Holmes del ajedrez?
Me tiene con el corazón en un puño esperando el desenlace de ese segundo problema…
Hola, Madri: no sabía que tú también eras aficionada a este juego. Ah, pues me alegro mucho porque con la misma facilidad con que inventas adivinanzas, seguro que eres capaz de inventar problemas de ajedrez. Así que, anda, anímate un poco e inténtalo en esos ratos tuyos tan fructíferos en ideas, por favor, porque mi despensa se va a acabar pronto.
La mayoría de los problemas de ajedrez se plantean para ser resueltos a partir de la posición que muestra el tablero. Sólo hay que pensar en lo que allí se ve. Pero el nº 2 que yo he puesto es especial. Sí, porque resulta que cuando has hecho la prueba, una y otra vez, de dar jaque con todas y cada una de las piezas que pueden hacerlo y compruebas que así no llegas a la solución, tienes dos opciones:
La primera es protestarle al autor porque uno está convencido de que hay un error en el posicionamiento de la piezas (es lo primero que me dijeron mis amigos –todos– cuando les planteé este caso). Pero si el autor asegura que no hay ningún error (me costó convencerlos, eh) hay que pasar a la segunda opción.
Y la segunda es la que ha indicado Namarne, es decir, pensar cuál ha podido ser esa jugada tan mala de las blancas, justamente la jugada anterior (y no otra), que ha propiciado el jaque mate a favor de las negras. Y esa labor no es larga ni pesada porque –la pista la dio Namarne– se circunscribe a la infantería. Sólo a la infantería. Pues venga, a formar a la tropa y a pasar revista (pero con el reglamento relativo a la infantería en la mano).
Un abrazo. 🙂
Ah, y lo de nombrar a Namarne el Sherlock Holmes del ajedrez me parece perfecto, porque de entre todos los que hasta ahora hemos participado en esta entrada, evidentemente es él quien más sabe de esto. Ya veréis lo que le va a durar el tercer problema que pienso poner mañana.
Pero no todo van a ser parabienes (merecidos, por supuesto), porque le voy a reñir si en los próximos días no publica unos cuantos problemas de su cosecha. 🙂
No, no, Robin. Nada más lejos de la realidad. Mi conocimiento del juego de ajedrez se acaba con el nombre de las piezas, que ese sí me lo sé.:-( Así que, aunque me encantaría, no podré participar de otra forma más que como entusiasta espectadora, que me tenéis «mesmerizada», todo hay que decirlo.
Adelante con esta iniciativa.
Un abrazo
Je, je, qué majos sois. 😀 Muchas gracias por el apodo, Sra. Madri (un saludo desde Barcelon). Me parece un personaje muy simpático ese de Sherlock, así que no me voy a quejar, pero me sobrevaloráis un poco-mucho, yo jamás sabría inventarme un problema de ajedrez. Es verdad que me gusta intentar (¡intentar!) resolver los del periódico cuando alguno cae en mis manos, de ahí mi pequeña ventaja de entrenamiento, na’ más!! 😀
Un saludo muy cordial y feliz semana a todos.
Ah, y en cuanto a usted, Sr. Milord, siempre dejando las cosas para mañana. Hay mejores formas de salir AL PASO… 😀
Buenos días:
Está bien, Madri: no insisto en mi petición de que te pongas a inventar problemas de ajedrez, pero si al menos supieras mover las piezas… podrías resolver el que estamos ahora tratando.
Por lo tanto, tú o cualquier otro compi del blog que conozca todos los movimientos que puede hacer un peón, no debería tener ninguna dificultad en hallar la solución, con sólo probar con los peones «rojos» que se hayan movido (los que están en su sitio inicial, no) y aprovechar la pista que ha dado en letras mayúsculas Namarne en su último comentario.
Es más: si alguien no recuerda bien las posibilidades de movimiento y de captura que tienen estas piezas, basta con que acuda al Reglamento de la Federación o a Wiki y eche un vistazo al apartado correspondiente.
Es más todavía 🙂 : si por ser lunes estáis desganados, no importa, yo os indico el lugar concreto que tenéis que visitar: Punto 4.1.3 de este clic.
Venga, venga, aprovechad la resaca de Milord por el festejo de la victoria del Betis, y a ver quién llega el primero.
Hasta ahora.
¡Aaaah, qué era un peón de los disfrazados, es verdad! Qué bueno. Un buen problema para diferenciar a los simples ojeadores de ajedrez como el que les escribe de los auténticos sherloks holmes.
Enhorabuena, D. Marmarme. Enhorabuena, Mr. Robin.
.
Muy bien, muy bien, don Milord. Le doy mi más efusiva enhorabuena de plata (porque la de oro ya la tiene Namarne en sus vitrinas).
Y además, Namarne y yo le cedemos la tribuna para la noble (en consonancia con su estirpe) tarea de indicar cuál es la jugada ganadora, así como la justificación de ese movimiento final, para que Madri –que se mostró muy interesada– y también otras personas de este blog entiendan a la perfección el desenlace de esta partida. Pero, por favor, intente explicarlo con la máxima claridad: tan claro como, por ejemplo, cuando nos detalló paso a paso la forma de cocinar ese exquisito solomillo pavonero. 🙂
Muchas gracias. Hasta mañana.
Un abrazooo.
Por supuesto, Mr. Robin, no deja de ser un honor para mí. Pero con su permiso, hoy no; mañaaaaaana.
Bueno, venga, que tenía esto pendiente del ajedrez y me debo a responder.
Es un problema muy bonito, Mr. Robin, con trampas sibilinas para que caigan panolis como yo. Coñi, ¡si hasta el Sherlock Holmes ajedrecístico pasó en primera instancia! Pero me puse a resolverlo cuando fui astutamente picado en mi dignidad verdiblanca. Y como mi nivel sobre el tema llega hasta donde llega -no mucho más allá de la ‘reina en su color’ y el escaque blanco de la primera fila a la derecha para colocar el tablero de forma correcta- no tuve más remedio que acudir a Gregorio “El Gordo» para salir del entuerto. Gregorio “El Gordo» es un personaje entrañable del que les hablaría despacio en aquella ocasión que lo merezca.
Para que se hagan cargo, «El Gordo» vive en la silla pegada a la mesa del rincón del fondo a la derecha, según se entra, de la taberna «Quitapesares», cerca de mi castillo. Y es un tipo que está gordo. Gregorio es una de esas personas que más saben de ajedrez del mundo. Nadie sabe muy bien por qué, aunque pudiera ser porque su padre, carpintero de corralón, les hacía los tableros de juego a cierta peña del ramo y de ahí pudo venirle al niño la afición. El caso es que desde pequeño se le veía siempre rodeado de circunspectos personajes preguntándoles sobre resoluciones ajedreceras.
Pues anoche me acerqué al Gordo, lo saludé («¿Passa, illo?») y arrimándole un botellín lo abordé.
(Lo que viene a continuación es la transcripción original de nuestra conversación que he querido mantener literal para conservar las esencias puras del lenguaje popular andaluz y, además, para procurar un nivel mínimo que alcance a comprender nuestra conbloguera Madri. Observen que cuando me mezclo con el populacho hablo como ellos. Es puro mimetismo).
-Gordo, tengo un poblema de ajedrez argo joío.
-Bruuuppss -eructa.
-¿Me puedes echá una mano?
-Tire pacá
Le acerqué el papelito con el tablero dibujado y la jugada. Lo miró solo un instante.
-Bah, chupao. El poblema típico de los novatos, el de comé al paso.
-Gordo, ¿eso de comé al paso que é lo que é?
Me miró con cara de decir aquí hay otro pollito desplumando y algo tendré que sacar.
-Vale, Gordo, conozco esa mirada. ¿Hace papelón de adobo y media de manzanilla?
-Hace. Escuche: el peón, que é er trebejo que más alubias come de tós, anda pa lante siempre de uno en uno, menos cuando se jama a un contrario que lo hace en diagoná pillando el cuadradito que lotro ocupaba.
-Aro.
-Pero hace una jartá de años hubo un cambio en esto de las reglas -glugluglu…, ¡bruuups!- y dijeron que los peones al salí, en su primé movimiento, si querían podían avanzá dos casillas palante en vé de una. O sea, de su fila dos a la cuatro de un sarto.
-Ajá, Gordo, ahí llego.
-Pero a lo que no llega, o si no no me hubiera pagao un papelón de adobo y media de manzanilla, es que cuando eso ocurre y el peón que lo hace queda al lao de otro contrario, es decí, con toa la pinta de que lo ha hecho pa evitá que ese contrario se lo jame si hubiera avanzao na más que uno, po puede hacerlo transgrediendo las reglas habituales, es decí, te quito de en medio y me pongo en la casilla en la que tendrías que habé estao si hubieras avanzao un paso en vé de dos. Eso é comé, bueno, capturá ar paso. ¿Ta claro? Y en el poblema que me trae -gluglugluglu…, bruuupsss- po veo que el peón blanco de la dama está en su fila cuatro y que a su izquierda, la derecha desde donde nosotros miramos, está el peón negro del alfil de la dama. ¿Y qué hace este último citado? Po se lo sopla y toma la posición quel recientemente interfecto hubiera tenido si hubiera salido con un paso. Y en esa posición le da jaque al rey. Y el rey no se lo puede jamá ni ponerse en ninguna otra posición porque está pillao por la dama y el alfil del enemigo. Y eso é jaque mate, ¿comprende?
-Ofú, Gordo, cuánto sabes.
-Ea, po pague el precio convenío
Atravesé la calle y me traje de la freiduría un cartucho bien colmado de pedacitos de pescado en adobo y ya me esperaba con la botella sobre la mesa y dos catavinos para compartir. Después de medio papelón y dos copas en silencio, el Gordo va y sin levantar la vista me dice:
-Miló, ese poblema tiene truco.
-¿Ein? ¿Qué me dices, Gordo?
-Que ese poblema está trucao, señor mío, porque ¿quién le dice a usté que ese peón no lleva allí una semana, por ejemplo, desde hace ocho jugadas? La regla dice que pa podé capturá al paso hay que hacerlo inmediatamente después del movimiento del contrario que lo permite.
Lo miré con la boca llena de adobo.
-Es un poblema ingenioso –remató antes de engullir los últimos tres pedacitos-, pero el enunciao ha orvidao el detalle de indicá cuál ha sido el último movimiento de las blancas.
Apuró su último trago
-Muchas gracias por la convidá, Miló, puede usté vení por aquí cada vez que quiera.
Como ven, yo ni quito ni pongo. Es palabra de Gordo.
Un saludo muy afectuoso. Felicidades nuevamente, señores Robin y Marmarne